Experimenta.
Toca las harinas e ingredientes con los dedos. Prueba su sabor. Huele sus aromas. Identifica qué es lo que a ti y a los tuyos os gusta más. Toma notas. Observa los resultados.
Y poco a poco tus resultados irán mejorando si actúas sistemáticamente.
Hay varios factores van a influir en los resultados de tu cocina sin gluten: la temperatura ambiente y del agua, el agua que uses, las harinas, la levadura – es algo vivo -, el horno, la humedad, los tiempos de amasado, fermentación y cocción…
Por ello, es importante que a medida que experimentamos mantengamos las condiciones de cada experimento lo más estables posibles.
Supongamos que pruebas una receta de este blog o nuestro libro «Pan Sin Gluten». Y no te funciona como esperabas.
¿Qué ha fallado?
Si decides hacer la receta de nuevo cambiando varias cosas – por ejemplo usando agua templada en vez de fría, dejando fermentar más rato y añadiendo más levadura – no vas a saber cual de los cambios ha sido la clave del éxito o fracaso.
Si experimentamos cambiando muy pocas cosas (idealmente sólo una) entre un intento y el siguiente iremos aprendiendo cosas. Si variamos aleatoriamente partes de la receta y el proceso no aprenderemos nada y nuestra cocina no va a mejorar.
Mide y pesa bien.
Muchas recetas de panes y repostería miden los ingredientes en tazas, vasos de yogur, cucharadas, etc. Se trata de una idea terrible cuando cocinamos sin gluten. Generalmente vamos a usar distintos tipos de harinas y féculas en cada receta. Y cada harina tiene una densidad distinta.
O sea, que dado el mismo volumen de dos harinas distintas, NO van a pesar lo mismo.
Así, pues, vamos a pesar SIEMPRE nuestros ingredientes.
Solo cuando hay cantidades muy pequeñas – a veces demasiado como para ser medidas correctamente por una balanza casera – usaremos cucharadas o cucharaditas como unidad.
También pesaremos los líquidos. Solo haremos una excepción con el agua ya que, en principio, los mililitros son equivalentes a gramos. O sea que en vez de pesar 200 gramos de agua, podemos medir 200 mililitros. Pero otros líquidos como el aceite o la leche, mejor los pesamos.
Por ello ya puedes hacerte con una balanza de cocina. Recomendamos una balanza digital que tenga calibración de tara. Al pulsar el botón de “tara” deja la balanza a cero, ignorando el peso del recipiente que uses. De esta forma puedes poner el cuenco para el amasado o la cubeta de la panificadora encima de la balanza e ir añadiendo y pesando los ingredientes. Pulsando el botón de “tara” después de pesar cada nuevo ingrediente y poniendo la balanza a cero.
Cuidado con la balanza.
No compres la balanza más barata que encuentres, nosotros tuvimos problemas horribles – haciendo unos panes horribles – con una balanza muy barata. Seguramente puedes encontrar una balanza decente por menos de 20 € con buenas valoraciones en Amazon Tampoco hace falta que te gastes más.
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Familiarízate con tu balanza. Identifica hasta donde te puedes fiar de su precisión. Seguramente por debajo de los 4 ó 5 gramos no va a ser muy de fiar, y para cosas como la sal o levadura vamos a tener que usar cucharas o cucharitas para ser consistentes con las cantidades. Pero depende de la precisión de tu balanza. Por tanto : familiarizate con ella.
Vamos a tener que mezclar harinas sin gluten.
No hay ninguna harina sin gluten que tenga todas las propiedades ideales para hacer panes o pizzas – quizás para bizcochos podemos apañarnos con un solo tipo de harina.
Vamos a proponer recetas en las que hay varias harinas distintas. Cada una de ellas cumple una función en la receta, tanto en las características del producto final (aroma, sabor, textura, esponjosidad, consistencia) como en la parte nutritiva.
A base de experimentar vas a ir conociendo cada harina, e irás sabiendo cuales te gustan más y funcionan mejor. Si además sabemos que papel cumple cada harina en la receta podemos hacer cambios para adaptar la receta a nuestros gustos.
Según lo vemos nosotros, una harina en cualquier receta, puede cumplir 4 funciones posibles, a veces varias de ellas a la vez:
1- Aportar almidón. El almidón es la fuente de calorías más importante que consumimos los humanos. Aporta carbohidratos de absorción rápida. Pero no hay que olvidar que un exceso de almidones en la dieta, combinado con un estilo de vida sedentario puede causar problemas de salud a largo plazo.
El almidón es esencial para hacer panes levados ya que la levadura se alimenta fundamentalmente de almidones. Además, un pan rico en almidón tiende a ser más ligero y esponjoso.
La temperatura importa.
Los gránulos de almidón son insolubles en agua fría, pero empiezan a absorber agua y gelifican a medida que la temperatura aumenta. Por esto, muchas recetas requieren que el agua de la masa esté a una temperatura concreta, ya que el almidón se va a comportar de forma distinta en función de la temperatura del agua en la masa. Por eso, en algunas recetas se deja reposar la masa en la nevera, y por eso las máquinas panificadoras calientan ligeramente el recipiente durante el proceso de fermentación.
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2- Aportar proteína. Además de calorías necesitamos proteínas. Un alimento que sólo contenga carbohidratos contiene lo que se conoce como calorías vacías. El cuerpo necesita las proteínas que son los bloques básicos con lo que construimos i reconstruimos continuamente nuestros tejidos.
Las proteínas dentro de la masa van a aportar ciertas propiedades interesantes. Las mismas características que aporta en mayor medida el gluten – fruto de la combinación de las proteínas del trigo. Estas características son elasticidad, volumen, esponjosidad, capacidad de absorción del agua, conservación, elasticidad y valor nutritivo.
3- Aportar fibra. El pan blanco no es el mejor alimento para fomentar un buen transito intestinal. Las fibras vegetales solubles facilitan el movimiento de los alimentos en el intestino y evitan complicaciones sobretodo en la zona del colon. Las harinas integrales nos van a aportar fibra, pero también podemos obtener fibra de otras fuentes, como las semillas molidas de chia, lino o psyllium.
Además, la fibra soluble va a aportar la estructura necesaria para hacer pan sin necesidad de usar gomas.
4- Aportar sabor. ¿Hace falta decir más? Cada harina tiene su sabor distintivo. Los almidones y el arroz son bastante neutros, variando las proporciones en la presencia del resto de harinas vamos a poder obtener distintos sabores, aromas y colores en nuestros panes. Debemos probar distintas combinaciones para saber cuales nos gustan más.
A continuación vamos a ver que harinas podemos escoger para hacer pan sin gluten.
Pero es suficiente.
Las harinas sin gluten no son panificables por si solas. Además de dar con una mezcla adecuada hace falta el uso de aditivos para aportar la estructura y elasticidad que nos daría el gluten. En próximas entradas trataremos este tema con más profundidad. De momento solo diremos que en nuestra experiencia la combinación ganadora es el psyllium husk ( unos 40 gr por kilo de harina en la masa) y huevo ( 2 por kilo de harina).